El lavadero de Abanilla es uno de los escasos en funcionamiento de la región. Se hizo a la vez que se trasladó la fuente de la calle Mayor, en 1880. Ha sufrido diversas transformaciones a lo largo de la historia, siendo la más importante la que se realizó en 1929.
Sus aguas son de origen subterráneo siendo las mismas que provienen de la fuente de la calle Mayor. Está decorado con azulejería tradicional en la que predominan los ocres y los azules que representa escenas de la vida cotidiana de las mujeres que lo usaban.
Las aguas se recogen en una balsa, en el sótano del Auditorio Municipal (a espaldas del lavadero) y con ellas se riegan los arrabales de la población.